Friday, February 19, 2010

ENCUENTROS CASUALES

“¿Tienes fuego?” Delante de él, una rubia que estalla por las costuras sostiene con delicadeza un cigarrillo. En lo que tarda en llevarse la mano a su chaqueta tiene tiempo para echar un rápido vistazo a la perfección de su mandíbula. Rebuscar en todos los bolsillos de sus vaqueros gastados le da siete segundos de más para detenerse en la redondez de sus caderas. Prende la llama sin estirar demasiado el brazo. Así gana los centímetros necesarios para respirar su perfume. El mismo que le regaló por su primer aniversario.

Monday, February 8, 2010

DEFORMACIÓN PROFESIONAL

Todos la llaman chica a pesar de doblarles la edad. Y creen que limpia sus casas cuando en realidad hurga en sus vidas. De sus más de cuarenta años abrillantando retretes le ha quedado en las manos un olor a lejía impasible a los lavados con limón y agua de rosas. Y sus fosas nasales, constantemente estimuladas por los efluvios de agresivos detergentes, han desarrollado un olfato detectivesco. Encuentra pistas en cada tarea doméstica. Ordenando cajones. Haciendo camas. Pasando el polvo. Planchando la colada. Los miedos y dudas del adolescente del 2A escondidos al fondo del armario en las páginas de una revista de chicos desnudos. La pasión marchita de la pareja del ático, incapaz ya de desordenar las sábanas de su cuarto. La soledad que enseña sus garras tras los frascos vacíos de Prozac de la mesilla de noche de la viuda del bajo. El engaño en la forma de un beso de carmín furtivo estampado en la camisa preferida del padre de familia del 5B.

La Chica de la Limpieza toma partido. Olvida por descuido la revista subida de tono en la mesa del salón del 2A. Deja preparada en el horno del ático una cena afrodisíaca a prueba de hastíos matrimoniales. Escribe la carta anónima de amor más bella que se ha escrito nunca y la remite junto a un ramo de orquídeas al bajo. Por último, disuelve en lejía la mancha de pintalabios, consciente de que el olor de sus manos no se irá con los lavados.

Thursday, February 4, 2010

A CONTRATIEMPO

Algo salió mal. El hombre del jet lag eterno medita sobre el origen de su inoportuna condición. Reconstruye uno por uno los acontecimientos de aquel extraño vuelo transoceánico. La tormenta eléctrica a la altura de los Urales, el eclipse de sol justo antes de aterrizar en JFK. Y cuenta las horas de su desequilibrio: una por cada meridiano atravesado. La descompensación se ha aferrado a su reloj interno como un catarro mal curado se traba en los pulmones. Intentó despegárselo con los métodos de siempre. Cuando el ejercicio físico y la vitamina B12 fracasaron, pudo más la desesperación que el escepticismo y probó suerte con otros remedios caseros. Contuvo la respiración hasta el desmayo, bebió tres vasos de agua de un solo trago, y guardó bajo la almohada el billete de vuelta. Pero el jet lag, una impertinencia pasajera para el resto de los mortales, se niega a abandonarlo.

Cuentan que le han visto cenar café y tostadas con mantequilla. Que no se va a la cama si no ha contemplado el amanecer. Que ha descubierto un universo paralelo poblado por repartidores de periódico y leche fresca, recogedores de basuras y ratoncitos Pérez. Y que fascinado por este mundo antes invisible a sus ojos, prefiere vivir a contratiempo.