Tuesday, January 26, 2010

SENSIBILIDAD DESFASADA

El dramatismo del carmín bermellón subido de tono y la facilidad para pronunciar Me Apasiona y Lo Odio en la misma frase pusieron al médico sobre aviso. No cabía otro posible diagnóstico. Su paciente se había infectado de Romanticitis Aguda, una afección grave que devastó Europa en la primera mitad del siglo XIX y se creía ya erradicada. Aquella mujer presentaba los síntomas clásicos de la enfermedad. La desmesura de sus tacones, el torbellino de colores de sus vestidos de tafetán. También el volumen estridente al que escuchaba, desgarrada, los éxitos de Chavela Vargas y Carlos Gardel. Demasiada sal y especias exóticas en las comidas. Demasiada azúcar en el café. Se reía siempre a carcajadas y su manera predilecta de zanjar cualquier discusión era un portazo. Anhelaba, por este orden, morirse de celos y un beso ardiente en blanco y negro bajo la lluvia torrencial. El contagio, al parecer, lo desató La Balsa de la Medusa -la lámina que coronaba su cama desde la última vez que visitó el Louvre- combinado con el nocturno Op 9 de Chopin de su joyero lacado.

Latente durante lustros, la enfermedad empezaba a cobrar dimensiones de epidemia. La OMS había contabilizado decenas de nuevos casos en otras partes del planeta. Afortunadamente, llegaban noticias esperanzadoras sobre los primeros ensayos clínicos de la vacuna en animales. Tras exponerlos a las imágines de El ladrón de Bicicletas y a continuas lecturas de Guerra y Paz, los especímenes se sacudían cualquier rastro de fantasía bucólica, de sentimentalismo inútil, y enfocaban su vida con la dosis de realismo y moderación que la sociedad del siglo XXI requiere.

2 comments:

  1. Ay... los románticos, somos una especie a extinguir!!!!

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  2. Romanticas y soñadoras....y viviendolo todo (bueno y malo) intensamente

    Maria

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